miércoles, 18 de julio de 2012

Cartas de ida y vuelta de Lamberto Margulis a Anne Finnegan









29 de agosto de 1987
Estimado señor Lamberto Margulis: 




Debo confiarle que yo también, en un primer momento, vacilé en contestar a su generoso petitorio, su amplia convocatoria al diálogo. No soy de las que responden a la propuesta del primer hombre, no se si me comprende. Pero intuí en su prosa, breve pero serena, el espíritu de alguien que no desea perder su tiempo en bromas tontas si no que ansía una real comunicación a nivel humano. Por otra parte, admito, me atrae el contacto con una persona que habita tierras tan ajenas a estas islas y sobre las cuales me gustaría saber mucho más, pues me reconozco ignorante de todo aquello que no este bajo los dominios del Commonwealth. 

¿Cómo es Rosario? ¿Está sobre el mar? ¿Es también castellano lo que se habla allí? ¿Es una población amurallada? ¿Es la harina de pescado su principal fuente de ingresos? ¿O la copra? Espero no agobiarlo con mis preguntas, pero he sido siempre una persona inquieta, curiosa, que todo lo consulta. Le diré que tampoco soy yo lo que puede llamarse una mujer joven; lo digo en relación a su suposición de que este tipo de contacto epistolar está reservado para la juventud; pero tampoco me considero una mujer madura. Creo firmemente que la juventud reside en la personalidad de cada uno y no en el paso del tiempo cronológico. Con respecto a su interés por mi dominio del español, le informo que accedí a él por pura necesidad, ya que mi familia tomó, dentro del personal de servicio, a una señora natural de Cádiz, España, que no hablaba en absoluto nuestro idioma. Esto nos ocasionó un sinfín de inconvenientes, en especial cuando procuramos explicarle el funcionamiento del lavarropas y procuró cocinar dentro de él un pavo trufado. Fueron tantos sus desatinos que me vi obligada a adentrarme en las dificultades del castellano en procura de dominar a esa mujer. Dispense lo breve de mi misiva, pero aqui los días son muy cortos y tampoco somos los ingleses gente muy dada en un primer momento. Espero, no obstante, recibir sus interesantes noticias desde el otro lado del mundo. 





Miss Finnegan.








Roberto Fontarrosa


























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